Por:
ANDRÉS
FELIPE RAMÍREZ A.
Universidad
del Valle
Durante estos días es usual encontrar en calles y
carreteras de las principales ciudades, todo tipo de propaganda alusiva a
candidatos y candidatas políticos, sonrientes y mostrando la mejor expresión de
confianza y seguridad. Otros avisos poseen mensajes que prometen ser la
solución a los problemas del país.
Cada valla, panfleto y pasacalle, posee un número de candidato y el símbolo del partido al que se adscriben. Estos elementos parecen ser la única distinción, porque el común denominador en todos ellos, son sus intereses políticos particulares que los impulsan a hacer este tipo de campaña que se sostienen sobre su imagen y por tanto la necesidad de mostrar sus rostros pulcros y amigables en estos importantes espacios públicos de ciudad.
En un recorrido por dos departamentos colombianos
como el Cauca y el Valle del Cauca,
percibí que existen tendencias políticas que dominan y predominan por áreas
geográficas, es posible detectarlo porque se van definiendo claramente en el
paisaje urbano al ver afiches y vayas en su mayoría con tamaños imponentes,
todos con un color alusivo al partido político o al candidato que se van
repitiendo con cierta regularidad. Sin embargo al continuar el trayecto dicho
color se va desvaneciendo ante otros que indican la presencia de otro candidato
y partido político diferente pero ya en un territorio específico distinto. Esto demuestra que todavía en el territorio
colombiano persiste una geografía electoral y política, donde la publicidad expresa
y va tapizando los espacios de cada barrio, caserío, ciudad y departamento de
nuestro país.
Este tipo de avisos publicitarios además de hacer propaganda
política también dan información del dominio político de cualquiera de los
tantos candidatos con sus respectivos partidos.
Esto demuestra en realidad una lucha territorial en la que incursionan
los gamonales políticos sobre las poblaciones. Publicidad que tiene como
propósito imponer su presencia en el territorio, como diciendo “esta población
es mía”. Es decir una exposición de control y de dominio, socio territorial que
se extiende por todos los rincones de los diferentes departamentos. No se salva,
ni siquiera, las pancartas que dan Bienvenida a los extranjeros y visitantes
ubicadas en las principales entradas a los municipio, donde a veces aparecen imágenes
y propaganda de candidatos como mirando al cielo, sonrientes y seguros de sí
mismos.
La preocupación real es cómo su imponente
influencia en dichos lugares a partir de diferentes acciones e instrumentos no se concentran exclusivamente en este tipo
de medios publicitarios sino también en la violencia, el clientelismo, las
alianzas con sectores al margen de la ley y con instituciones públicas y
privadas que se prestan para la promoción de sus campañas políticas, son estas
las que confabulan para que los espacios públicos sean invadidos de propaganda
política aun violando las leyes que lo prohíben.
Tal como lo afirma el diario local El País, este es
el caso de la capital Vallecaucana donde el 99% de la publicidad política
instalada no cuentan con los permisos requeridos, tanto vallas, pendones,
afiches y demás elementos publicitarios regados por toda la ciudad no han sido
autorizados:
“Hasta el
momento, el 99 % de esta propaganda que aparece en vallas no cuenta con
autorización para su instalación y tendrá que desmontarse, según la
Subdirección de Ordenamiento Urbanístico de Cali… Sin embargo, las vallas no
son las únicas que presentan irregularidades, pues los pendones, afiches,
publicidad en andenes, puentes, postes de luz y fachadas de casas, también
cubren la ciudad y ni siquiera están contemplados en el decreto 4110200770 del
2 de diciembre, que reglamenta la propaganda electoral permitida”.[1]
Entonces este periodo electoral manifiesta en
realidad una lucha territorial entre los
candidatos y partidos políticos donde el
espacio público se convierte en la presa y toma un valor que en ningún otro momento del
año tiene. De manera irónica son pocas las veces que demuestran una verdadera
preocupación por el mantenimiento y mejoramiento de estos espacios, un hecho
imperante durante sus periodos de gobierno, lo que señala la verdadera falta de
interés que tienen por intervenir en las condiciones socio urbanas de la
población y, sin embargo, es justo durante el periodo electoral que llegan repentinamente como un torrente a
hacer presencia por todos los medios, en todos los lugares, de todas las formas,
hasta que logran finalmente convencer a los ciudadanos respaldados en sus
rostros placidos, pulcros y de majestuosa cordialidad que son la solución.
Una lucha de propaganda que produce contaminación
visual sin respetar en qué lugar se hace.