Pasar del espacio vacío al
espacio contenido material y simbólicamente es un ejercicio abstracto como toda
acción de pensar, pero que puede tener implicaciones concretas muy marcadas en
nuestro ejercicio de entender nuestros comportamientos como sistemas psíquicos (Seres
humanos) en relación al sistema espacial.
Podemos imaginarnos una experiencia personal como dejar de vivir con los familiares y
vivir en un apartamento completamente solo y vacío.
La primera pregunta para entender
un espacio contenido es ¿cuantos significados, normas, sentidos, prácticas y
recuerdos convergen en el espacio familiar? pues yo diría que solo basta con recordar todo aquello que sucedió durante un día o una semana en dicho espacio, donde parecen repetirse sistemáticamente una serie de acciones sobre el espacio como salir a la misma hora, almorzar en un espacio fijo, entrar a habituadas horas, obedecer y no cambiar las cosas del sitio donde están al menos que sea con autorización.
Todas este conjuntos de actividades son entendibles en ese espacio familiar donde pueden elaborarse interpretaciones de todas las anécdotas y pequeñas ocurrencias del día a día, pues es el hogar un espacio físico y simbólico que se construye en el marco de relaciones, movimientos y racionalidades construidas en la interacción y en la historia de esa interacción familiar.
Todas este conjuntos de actividades son entendibles en ese espacio familiar donde pueden elaborarse interpretaciones de todas las anécdotas y pequeñas ocurrencias del día a día, pues es el hogar un espacio físico y simbólico que se construye en el marco de relaciones, movimientos y racionalidades construidas en la interacción y en la historia de esa interacción familiar.
Ahora pasar al apartamento vacío pensándonos en su
interior desde la ausencia de elementos físicos (más que los que la conforman)
para empezar a ser llenado por objetos materiales como una cama, un mueble, un
comedor, un computador etc… solo es
hacer explícito su contenido material, el ejerció consiste en comprender cuando
sobre estos objetos y en la interacción con ellos, ya sea por mis acciones o por mis
representaciones de estos, (como defino su organización, la posición de uno con
respecto al otro) según mis intenciones y necesidades que pueden ser de tipo fisiológicas
como psíquicas, espirituales y sociales recreo una experiencia espacial según
las concepciones, usos y emocionalidades que adjudique a cada elemento.
Por lo tanto cuando mi tiempo, mi
vivir, mi pensar y mi sentir se construyen en la relación continua con este
orden espacial hablamos de un espacio simbólico, porque es producido por todo
el conjunto de significados que culturalmente hay de los objetos y del espacio
pero también por los sentidos particulares que surgen en la experiencia de interactuar
emocional, física y mentalmente con objetos físicos que pueden atribuírseles distintos
significados.
Es decir como un sujeto que a
partir de sus operaciones biológicas y cognitivas está en capacidad de
construir significados a esa espacio habitado, que es contenido simbólicamente
en la medida en que se desarrollan un conjunto de actividades motoras, sociales
y culturales que se constituyen en la experiencia de vida y se integran a la
dimensión espacial.