martes, 12 de noviembre de 2019

Algunas trampas contra la protesta social.

1. Pensar que la protesta social se reduce a un acto de vandalismo, este estereotipo causado, en parte, por la estrategia mediática además de quitarle popularidad la deslegitima dejando en peligro a la ciudadanía que en ella participa.

2. Creer que las cosas están bien porque en otros lugares aparentan estar peor. Lo que algunos llaman como la hipermetropía política, que es la falta de claridad para ver los hechos próximos, pero por efecto desinformativo ven agudamente lo que ocurre a la distancia.

3. Vivir en un estado de confort y escepticismo tan extremo que se llega a considerar que las cosas no pueden cambiar y en efecto la protesta es simple inercia.  Adorar vivir quejándose todo el tiempo de la mala salud, la falta de seguridad, la mala educación, el salario mínimo, la edad de pensión, la falta de oportunidades, los problemas de movilidad y sobre todo de la mala administración de recursos.  

5. Seguir apoyando los últimos gobiernos derechistas en Colombia estando viviendo en el exterior como uno más de esos 6 millones de colombian@s que partieron buscando un mejor proyecto de vida. 

6. Defender un hombre que desde que llegó a la presidencia su único gran logro ha sido ser el protagonista de millones de memes demostrando al mundo entero su incapacidad como jefe de una nación.

7. Pensar que la gente protesta porque quiere. Si hay protesta es porque hay hechos de facto que conlleva a un malestar colectivo y por ende a la ocupación de las calles.

8. Pensar que quienes no protestan son gente de bien que como dicen por ahí van a producir, pero ¿producir qué? Colombia es un país en plena desindustrialización, en esta economía de empleo informal donde por todo lado brota la indigencia y cada vez son más los colombianos que salen del país es una completa falacia pensar que se está produciendo.

9. Seguir en la trampa de que quienes toman distancia de la política es porque son neutrales, en el estado de barbarie que esta el país la neutralidad es tan sólo efecto placebo, anestesia mental para la insensatez que se vive en el día a día.

En conclusión, los dueños del poder fáctico en Colombia  enceguecen en odio a una buena parte de la población. Además de arrebatarle la posibilidad de un proyecto de vida digno destinándolos a una vida de rebusque, incertidumbre y precariedad también están destinados a vivir la horripila conformidad que traduce una vida sin sueños, sin futuro, sin pensamiento crítico, pero sobre todo sin la valentía para decir No Más.