El Paro Nacional del 28 de abril es la reactivación de la movilización social que ya había tenido una primera expresión de gran escala el 21 de noviembre del 2019. En aquella ocasión la ciudadanía en Colombia ocupó las calles reivindicando después de más de cuatro décadas el legítimo derecho a la protesta social. Esto fue sin lugar a duda, un hecho histórico. Se conquistaron diferentes espacios de discusión con el Gobierno Nacional respecto a las reformas a la educación, la salud y la pensión como también sobre el cumplimiento de los acuerdos de paz; especialmente frente al asesinato de los líderes sociales. Sin embargo, la movilización social en aquella ocasión se desarticuló cuando se declaró confinamiento estricto a causa del contagio por Covid-19, acción liderada contundentemente desde las alcaldías de las principales ciudades del país ante la resistencia del gobierno nacional de no decretar el aislamiento preventivo.
En el 2020 la rápida
expansión de este virus capturó la atención del país y del mundo entero. No
obstante, el malestar ciudadano se mantuvo, no solamente por la ineficiencia de
Duque respecto a los problemas de orden político y social sino por sus
desaciertos en los manejos técnicos y gerenciales del presupuesto del Estado.
Algunos de ellos fueron: 1) Comprar tardíamente las vacunas y, con precios
superiores al de los países vecinos 2) Transferir auxilios económicos como el
ingreso solidario a las cuentas de personajes de la farándula nacional, a
funcionarios públicos e incluso a personas ya fallecidas 3) Proteger la banca
privada y las grandes empresas, aunque reportaban este mismo año una
capitalización sin precedente de sus utilidades. 4) Decretar dos días sin IVA
estimulando la aglomeración de la ciudadanía beneficiando prioritariamente a
las grandes cadenas del país y no el comercio barrial 5) Desproteger las
pequeñas empresas y demás emprendimientos ciudadanos dejándolos a su suerte, en
efecto, disparando el desempleo 6) Despilfarrar recursos en publicidad,
glifosato y en arsenal bélico.
A pesar de la
gravedad de estos hechos, la única salida que encontró el Gobierno Nacional
para restablecer la economía nacional fue presentar una reforma tributaria al
congreso en el mes de marzo del presente año. Reforma enfocada principalmente
en la clase media mediante incrementos en las tarifas de los servicios públicos
y más gravámenes a sus ingresos, entre otras propuestas. Desde luego, una
medida impopular y sumamente arbitraria criticada incluso por actores políticos
del mismo partido. No obstante, el acontecimiento que activó rotundamente el
malestar ciudadano fue la respuesta del ministro de hacienda en una entrevista
con la periodista Vicky Dávila, donde afirmó que una docena de huevos oscila en
los 1800 pesos -un poco más de medio dólar-. suceso que tuvo gran resonancia en
los medios de comunicación nacional y en las redes sociales, siendo objeto de
centenares de miles de críticas.
Finalizando el mes de
abril en el tercer pico de contagio por COVID y con el mayor número de muertes
en el país distintas agremiaciones de trabajadores, pensionados, docentes, (FECODE),
agricultores y transportadores ratificaron la convocatoria para iniciar el Paro
Nacional el 28 de abril. Diversos actores políticos estuvieron en completo
desacuerdo con esta decisión por las aglomeraciones que se iban a presentar,
entre ellos, la alcaldesa de Bogotá. A pesar de los temores por el
contagio del virus y la represión del gobierno a través del ESMAD, la
ciudadanía se tomó las principales avenidas, plazas públicas y carreteras del
país.
En la ciudad de Cali
se agudizó la protesta, dado que fueron destruidas varias estaciones del
sistema de transporte, estaciones de gasolina, las cámaras de foto multas, las
señales de tránsito y también varios semáforos. Esta serie de acciones generó
un descontento de diversos sectores condenando las “acciones vandálicas”
presentadas. A pesar de que se decretó toque de queda en la ciudad distintos
puntos de concentración se mantuvieron articulados y con el paso de los días
diversos sectores de la ciudadanía se sumaron apoyándolos con alimentos, agua,
dineros y especialmente insumos para soportar los ataques del ESMAD.
Al día de hoy la
ciudad de Cali sigue siendo el centro neurálgico del estallido social. Esto se
puede comprender desde una mirada regional, dado que es el suroccidente
colombiano donde convergen niveles eclipsantes de desigualdad social,
segregación espacial, racial y económica, cientos de víctimas desplazados por
actores armados en disputas territoriales, indicadores lamentables de Necesidades
Básicas Insatisfechas, de informalidad y desempleo, todas esta realidad
estructural ha conllevado a que sean los jóvenes de las laderas y del oriente
de la ciudad quienes se mantengan al día de hoy en la Primera Línea, como han
sido llamados quienes están dispuestos hasta lo último por mantener activos el
Paro Nacional.
Son ellos, la Primera
Línea, los verdaderos líderes del Movimiento Social y están exigiendo
respuestas contundentes y urgentes por parte del gobierno. No obstante, la
única respuesta ha sido incrementar la fuerza pública conllevando a una
sistemática violación de derechos humanos. Ocasionando una sistemática
violación de derechos humanos. Según cifras de la ONG Temblores al 24 de mayo
reporta: 955 víctimas de violencia física, 43 víctimas de violencia homicida,
1388 detenciones arbitrarias en contra de manifestantes, 595 intervenciones
violentas en el marco de las protestas pacíficas, 46 víctimas de agresiones
oculares, 165 casos de disparos de armas de fuego y 22 víctimas de violencia
sexual.
Si bien el gobierno
determinó retirar la reforma tributaria, esta medida no funcionó para culminar
con el Paro Nacional, tampoco las postizas intenciones de negociar con
determinados actores a puerta cerrada. La movilización social es ahora en
Colombia muy superior que cuando inició, ha escalado a las ciudades más
importantes del país, pero también a las regiones más olvidadas, ha superado la
estigmatización que había sido su enemigo más grande en las últimas décadas, ha
diversificado sus repertorios de organización, ha sumado el apoyo de redes
comunitarias, indígenas, estudiantiles, etc.… Ha utilizado inteligentemente las
redes sociales ganando el apoyo de líderes, artistas, académicos, activistas
por derechos humanos, nacional e internacionalmente, ha contado con el apoyo de
colombianos en el exterior, quienes se han movilizado en las principales
ciudades del mundo. Todo esto ha permitido el reposicionamiento de un nuevo
sujeto político en Colombia que no se limita a votar, sino que se involucra
como actor colectivo en los procesos democráticos y políticos. En consecuencia,
el gobierno actual no tendrá más remedio que dar respuestas eficaces al clamor
popular.
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