jueves, 27 de mayo de 2021

Un mes de Paro Nacional en Colombia

 El Paro Nacional del 28 de abril es la reactivación de la movilización social que ya había tenido una primera expresión de gran escala el 21 de noviembre del 2019. En aquella ocasión la ciudadanía en Colombia ocupó las calles reivindicando después de más de cuatro décadas el legítimo derecho a la protesta social. Esto fue sin lugar a duda, un hecho histórico. Se conquistaron diferentes espacios de discusión con el Gobierno Nacional respecto a las reformas a la educación, la salud y la pensión como también sobre el cumplimiento de los acuerdos de paz; especialmente frente al asesinato de los líderes sociales. Sin embargo, la movilización social en aquella ocasión se desarticuló cuando se declaró confinamiento estricto a causa del contagio por Covid-19, acción liderada contundentemente desde las alcaldías de las principales ciudades del país ante la resistencia del gobierno nacional de no decretar el aislamiento preventivo. 

 

En el 2020 la rápida expansión de este virus capturó la atención del país y del mundo entero. No obstante, el malestar ciudadano se mantuvo, no solamente por la ineficiencia de Duque respecto a los problemas de orden político y social sino por sus desaciertos en los manejos técnicos y gerenciales del presupuesto del Estado. Algunos de ellos fueron: 1) Comprar tardíamente las vacunas y, con precios superiores al de los países vecinos 2) Transferir auxilios económicos como el ingreso solidario a las cuentas de personajes de la farándula nacional, a funcionarios públicos e incluso a personas ya fallecidas 3) Proteger la banca privada y las grandes empresas, aunque reportaban este mismo año una capitalización sin precedente de sus utilidades. 4) Decretar dos días sin IVA estimulando la aglomeración de la ciudadanía beneficiando prioritariamente a las grandes cadenas del país y no el comercio barrial 5) Desproteger las pequeñas empresas y demás emprendimientos ciudadanos dejándolos a su suerte, en efecto, disparando el desempleo 6) Despilfarrar recursos en publicidad, glifosato y en arsenal bélico.  

 

A pesar de la gravedad de estos hechos, la única salida que encontró el Gobierno Nacional para restablecer la economía nacional fue presentar una reforma tributaria al congreso en el mes de marzo del presente año. Reforma enfocada principalmente en la clase media mediante incrementos en las tarifas de los servicios públicos y más gravámenes a sus ingresos, entre otras propuestas. Desde luego, una medida impopular y sumamente arbitraria criticada incluso por actores políticos del mismo partido. No obstante, el acontecimiento que activó rotundamente el malestar ciudadano fue la respuesta del ministro de hacienda en una entrevista con la periodista Vicky Dávila, donde afirmó que una docena de huevos oscila en los 1800 pesos -un poco más de medio dólar-. suceso que tuvo gran resonancia en los medios de comunicación nacional y en las redes sociales, siendo objeto de centenares de miles de críticas.  

 

Finalizando el mes de abril en el tercer pico de contagio por COVID y con el mayor número de muertes en el país distintas agremiaciones de trabajadores, pensionados, docentes, (FECODE), agricultores y transportadores ratificaron la convocatoria para iniciar el Paro Nacional el 28 de abril. Diversos actores políticos estuvieron en completo desacuerdo con esta decisión por las aglomeraciones que se iban a presentar, entre ellos, la alcaldesa de Bogotá.  A pesar de los temores por el contagio del virus y la represión del gobierno a través del ESMAD, la ciudadanía se tomó las principales avenidas, plazas públicas y carreteras del país.

 

En la ciudad de Cali se agudizó la protesta, dado que fueron destruidas varias estaciones del sistema de transporte, estaciones de gasolina, las cámaras de foto multas, las señales de tránsito y también varios semáforos. Esta serie de acciones generó un descontento de diversos sectores condenando las “acciones vandálicas” presentadas. A pesar de que se decretó toque de queda en la ciudad distintos puntos de concentración se mantuvieron articulados y con el paso de los días diversos sectores de la ciudadanía se sumaron apoyándolos con alimentos, agua, dineros y especialmente insumos para soportar los ataques del ESMAD. 

 

Al día de hoy la ciudad de Cali sigue siendo el centro neurálgico del estallido social. Esto se puede comprender desde una mirada regional, dado que es el suroccidente colombiano donde convergen niveles eclipsantes de desigualdad social, segregación espacial, racial y económica, cientos de víctimas desplazados por actores armados en disputas territoriales, indicadores lamentables de Necesidades Básicas Insatisfechas, de informalidad y desempleo, todas esta realidad estructural ha conllevado a que sean los jóvenes de las laderas y del oriente de la ciudad quienes se mantengan al día de hoy en la Primera Línea, como han sido llamados quienes están dispuestos hasta lo último por mantener activos el Paro Nacional. 

 

Son ellos, la Primera Línea, los verdaderos líderes del Movimiento Social y están exigiendo respuestas contundentes y urgentes por parte del gobierno. No obstante, la única respuesta ha sido incrementar la fuerza pública conllevando a una sistemática violación de derechos humanos. Ocasionando una sistemática violación de derechos humanos. Según cifras de la ONG Temblores al 24 de mayo reporta: 955 víctimas de violencia física, 43 víctimas de violencia homicida, 1388 detenciones arbitrarias en contra de manifestantes, 595 intervenciones violentas en el marco de las protestas pacíficas, 46 víctimas de agresiones oculares, 165 casos de disparos de armas de fuego y 22 víctimas de violencia sexual.

 

Si bien el gobierno determinó retirar la reforma tributaria, esta medida no funcionó para culminar con el Paro Nacional, tampoco las postizas intenciones de negociar con determinados actores a puerta cerrada.  La movilización social es ahora en Colombia muy superior que cuando inició, ha escalado a las ciudades más importantes del país, pero también a las regiones más olvidadas, ha superado la estigmatización que había sido su enemigo más grande en las últimas décadas, ha diversificado sus repertorios de organización, ha sumado el apoyo de redes comunitarias, indígenas, estudiantiles, etc.… Ha utilizado inteligentemente las redes sociales ganando el apoyo de líderes, artistas, académicos, activistas por derechos humanos, nacional e internacionalmente, ha contado con el apoyo de colombianos en el exterior, quienes se han movilizado en las principales ciudades del mundo. Todo esto ha permitido el reposicionamiento de un nuevo sujeto político en Colombia que no se limita a votar, sino que se involucra como actor colectivo en los procesos democráticos y políticos. En consecuencia, el gobierno actual no tendrá más remedio que dar respuestas eficaces al clamor popular. 

 







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