domingo, 9 de noviembre de 2014

Sobre la teoría de la argumentación de Perelman.


Intentar realizar distinciones entre hechos y verdades, lo real y lo hipotetico, los valores abstractos y valores concretos, es un ejercicio que no pasa sin considerar que las verdades son son verdades, al interior de grupos o auditorios muy concretos, que asumen una interpretación de los fenómenos de la realidad como si fueran totalizantes, sin ver como tienen poca o nula incidencia en auditorios externos.

Aquello que percibimos de la realidad,  permanentemente buscamos como  categorizarla, clasificarla, definirla y jerarquizarla. Este es un fenómeno bastante humano, es fruto de  nuestros procesos cognitivos, pero también ha sido consecuente de nuestra filogénesis y ontogénesis, es decir, en una larga historia de búsqueda de comprensión e interpretación de la realidad. 


Definir verdades universales, es ignorar que la realidad en cualquiera de sus distinciones, no existe como algo meramente objetivo, sino constituido por quien la observa. El observador como un sistema orgánico en interacción con los sistemas naturales,  celulares, bióticos y abióticos del planeta; logra percibir una información muy reducida de los sistemas externos. Además es importante considerar que el entorno incide  en las dinámicas internas de nosotros como seres pensantes, lo que significa que condiciona de alguna manera la forma como percibimos  la realidad.


En este sentido, una verdad puede ser tan validad para unos seres humanos, como puede ser tan ficticio para otra comunidad, y un hecho como un acto concreto en el pasado, es factible de ponerse  en cuestión.  Si  prestamos atención en la naturaleza del espacio-tiempo, los físicos han demostrado los principios que la gobiernan, nace el caos y la incertidumbre. No se logra establecer predicciones sobre cuando y donde estará exactamente una unidad subatómica. No obstante, conociendo la naturaleza de la materia, hay aspectos humanos que tienden a quebrantar con todas estas teorías, pues lo que percibimos de la realidad ni siquiera permite imaginarnos las pequeñísimas partículas de las que estamos constituidos, ni las macro estrellas que superan millonésimas de veces la masa del sol.

Lo real y lo preferible sí bien son nociones que orientan el que hacer, el pensar y el sentir en un conjunto de relaciones que tienen significados e interpretaciones singulares, estas suceden en marcos diferenciados de civilizaciones o grupos humanos.


Todas en su naturaleza sin importar que tanto se haya encasillado una o la otra, son formas de relación con el mundo o con los demás. Entender lo abstracto y lo concreto como cuestiones que se oponen, dificultad entender dicha realidad en cuanto es constituida social, psíquica y biológicamente. Realidad que opera a partir de un conjunto de abstracciones que se hacen prácticas de uno, u otro modo, en el momento  en que hay de ellas un uso operacional.


Los valores  como libertad, bienestar o felicidad si bien pueden categorizarse en el deber ser, su uso práctico está inmerso y entrelazado en aquellas actividades que producen una vida social, cultural, simbólica e histórica producida y reproducida.  

Colocarlas en lugares del deber ser, si bien cumple una función como referente para las sociedades o grupos humanos, pero en tiempo y espacio surgen una serie de prácticas, que no desconocen en su manifestación nociones semejante a lo que se presume de abstracción.


 Los valores universales me remitirían hacerme un conjunto de planteamientos,  como ¿para quién? ¿Con que intenciones? ¿Desde qué realidad o lugar en el universo? ¿Y en qué condiciones ? Cuando esto pueda ser contestado entonces  vería que dichas abstracciones si se quiere decir, no son más que el reflejo de representaciones que están en espacios humanos concretos, que cumple no un bienestar amplio o universal sino que obedecen a una cosmovisión del mundo que es histórica y que en este sentido ha sido desarrollada, producida y enseñada, por lo tanto es de naturaleza artificial, creada y mantenida aspecto que ya es de por si un impedimento para presumir, sugerir o proponer valores que estén en armonía con las diversas cosmovisiones del mundo culturales, espaciales y temporales.


 Finalmente  es interesante la definición y categorización de la realidad  en la teoría de la argumentación,  puesto que nos introduce en la tarea de ver como los argumentos siguen reglas, esquemas y estructuras, que según su orden y sus premisas puede lograr persuadir y hasta convencer.  

Pueden permitir ver como aquello que damos por valido,  y se acepta ampliamente como verdades absolutas, puede ponerse en cuestión.  Analizar la lógica y la estructura, también es conveniente, para tener ciertos modelos que brinden la manera más adecuada de desarrollar un argumento y hacer un buen ejercicio con él. 

La teoría de la argumentación, no es una ciencia que produzca verdades del mundo,  pero si es una herramienta significativa que aporta en el análisis de falsas premisas que son arbitrariamente utilizadas para llegar a conclusiones globales.  Sin embargo, poco aporta para los profundos debates sobre la ontología de la realidad, el análisis de lo real y lo abstracto o simplemente sobre el conocimiento del conocimiento.



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