domingo, 9 de noviembre de 2014

Hacía una nueva política de vivienda en Bogotá.


Por:

Andrés Felipe Ramírez Arcila.

En un caso como el de esta semana en Colombia la decisión del alcalde Bogotano Gustavo Petro de realizar un proyecto de vivienda para una población desfavorecida en la escala uno del estrato social llevándola a un sector de estrato seis, desata una polémica donde es clara la oposición entre quienes lo aprueban y lo rechazan.

Los primeros se sustentan en señalamientos como ser un acto populista y comunista, otros intentan hacer preguntas asociadas con el reto de vivir en un entorno contrastante con el estilo de vida de  las personas en condición de pobreza, cuestiones como su educación, su capacidad de compra, sus costumbres y sus propios imaginarios como limitaciones para poder vivir en condiciones dignas donde un contexto de habitantes en otras condiciones económicas los discriminarían y hasta ejercerían formas de violencia simbólicas para reducirlos y complicarles su existencia introduciendo enormes barreras para su mutua convivencia.

Inclusive aparecen opiniones de profesionales que afirman que esta es una idea descabellada y que únicamente implicaría más gastos para la alcaldía  por cuestiones de mala planeación ya que construir en otro sector implicaría la construcción de más viviendas. Otro de sus argumentos como las diferencias culturales y sociales de las dos poblaciones, pero que finalmente no tienen en cuenta características históricas de tales diferencias y que es precisamente allí donde es posible entenderlas dejan ver un sentido acrítico en estos profesionales.

Del otro bando tenemos los argumentos a favor desde una mirada inquieta por la segregación y la desigualdad socioeconómica que hay en las ciudades de Colombia,  aprueban este hecho como una forma contundente de luchar contra la segregación y la pobreza. Acusan a aquellos que lo critican de ser arribistas, prejuiciosas y ante todo de no mostrar una sensibilidad por aquellos en que viven en circunstancias adversas.

Ahora lo que uno como estudiante de ciencias sociales puede ver claramente es que más allá de una tensión virtual donde aparecen bandos opuestos en una noticia publicada por la  revista Semana, es una realidad que reencarna los conflictos territoriales de un país que además de desigual e injusto es pasivo e incongruente  frente a su propia realidad.

Aquellos ciudadanos que asumen que la pobreza es una cuestión de los gobernantes y como tal se descomprometen de su rol activo en este proceso, generan un conjunto de prácticas que deslegitiman la lucha contra ella. Pero lo más vergonzoso es que aún despreciándola la aprueban e insisten en su continuación.

Observemos que muchos políticos y sus burócratas diseñan programas de vivienda pero estos son llevados a cabo en lugares periféricos con ausencia de institucionalidad y servicios que garanticen el bienestar de los habitantes. Además de esto son también lugares con altos niveles de riesgo, pues el caso de Cali como realizar una ciudadela continúo a lo que ha sido durante años el basurero de la ciudad, así mismo encontramos proyectos conjuntos a cuencas hidrográficas o al pie de monte de la cordillera.


Ahora volviendo al tema de Bogotá hay en realidad  una acción política que reivindica al pobre pues más allá de asegurar su vivienda es la de dignificarlo como ser humano en pleno derecho de vivir en un espacio con condiciones ambientales, sociales y geográficas habitables pero además incluyentes y ante todo en pro de una sociedad democrática.


Finalmente lo que percibo es que actos como estos no deben ser únicamente liderados por un actor político o económico, quien lo pusiera en marcha sería lo de menos, si aquellos que hacemos parte de la sociedad civil independiente de la condición social aprobáramos con tal compromiso y severidad el rol activo que hay de nuestra parte en la lucha contra el prejuicio, la insensibilidad y la negación del otro, manifestaciones que por supuesto hacen parte de la aguda desigualdad socioeconómica y aspecto que nos hace olvidar de muchas cosas pero principalmente de nuestra condición de seres humanos encegueciéndonos en apariencias que finalmente conducen a nuestro estancamiento como sociedad. 

1 comentario:

  1. Muy pertinente tu reflexión, ya que nos muestra como sigue sumamente fuerte esos paradigmas clasistas, elitistas, en ciertos sectores de la sociedad, en la cual con argumentos en ocasiones absurdos, pretendenden des legitimar una lucha contra la segregación, la discriminatorio en una nación que se proclama democrática, pero que en realidad esta vendida a unos intereses fuertemente capitalistas.

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